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NUNCA SABRÉ Nunca sabré si mereció la pena construir mi mañana desde la soledad. Si fue preciso habitar sus abismos, la oquedad de las horas, tejer y destejer los deseos tardíos.
Nunca sabré si la casa tan blanca, tupida de geranios, siempre aguardó con las puertas abiertas; si unos versos de sal nacieron al bautismo de un mar sereno; si desde esta soledad se abrieron los caminos al mar de mis orillas, a la casa encalada, a tardes que dibujan las noches con sus lunas.
Nunca sabré si eran sueños cumplidos o era el destino: ofrendas con que a veces la vida nos sorprende, o final de un trayecto que recorrí a su tiempo.
Nunca sabré si mereció la pena.
UN DÍA MÁS
Un día más…
Esta quietud me ofrece el espacio
que el tiempo no quiso concederme:
la palabra posible, a tientas por mis labios;
los renglones desnudos de una historia que escribe
sus últimos capítulos, sus últimas batallas.
Un día más. Y la tarde se cierne
sobre los muros de una ciudad
que reposa el cansancio de prisas apiñadas
y voces de taberna.
Un día más a la sombra del árbol que me crece
como crece el silencio de la vida que late,
de la vida que aguarda más allá de las horas.
Un día más…
UN POEMA EN LA LLUVIA Llueve…
Camino por las calles bajo tules de agua.
Mi cuerpo va desnudo. Nadie me mira.
Escucho la cadencia del suave tintineo
romper sobre el asfalto. Y sigo el rastro.
Dónde me llevará…
Pronto el cielo se aleja y oscurece mis ojos.
No me arredra la noche ni el pudor ni el cansancio.
Basta una gota que acaricie mi frente.
Pero nadie me mira. Mi cuerpo va desnudo
y nadie me pregunta. ¿Reirán esta locura?
Tal vez de mí se apiaden. Tal vez callen
y esperen mi regreso.
Saben que voy buscando un poema en la lluvia.

 

 

AHORA: MURUROA


(Atolones del Pacífico Sur,
víctima de los vertidos radiactivos franceses) Éste es el séptimo día de la Creación.
El día en que Dios descansa
y el hombre,
ávidamente,
va
d
e
s
c
r
e
a
n
d
o cuanto Dios creara. Igual que una colmena enloquecida todo lo invade,
¡todo lo arrasa!
y a su paso va dejando olor a muerte
y en la tierra queda olor a puñalada.
Nadie se detiene a extender su mano
el hombre se saluda a dentelladas,
y en el mar...
(no escarmienta el ser humano)
verterá un cementerio de metralla. ¡Pobre Mar!
pobre yunque dolorido
que han hundido en sus aguas la guadaña.
Cuánto grito de pólvora en los corales fríos.
Cuánto llanto de peces sobre el rostro de las playas. ¡Pobre Tierra!
Pobre Tierra reseca y enfermiza,
por misiles nucleares amenazada.
¡Pobre Tierra!
Pobre Madre moribunda
que das teta radiactiva a tu camada. ¡Pobre Dios!
En vigilia noche y día.
Pobre Dios que no duerme ni descansa
contemplando
que la Obra de Sus Manos
En el séptimo día, el hombre arrasa. Dame una lágrima, Señor, sólo una lágrima.
Nunca un acero.
Nunca una espada.
Una lágrima sincera
¡Una lágrima!
Porque el niño no olerá a limón florido;
Olerá el niño sólo a escombros y a chatarras
Y se pudrirán en la cuna de sus huesos los cánticos
de amor y de esperanza. Pobre Niño
Pobre Mar
Pobre Tierra
Pobre Dios ¡Pobre NADA! Qué vergüenza me da mirar al mundo,
Qué vergüenza me da llamarme humana. (Del libro El silencio y la palabra.
Finalista del XIX Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística. Roma.1999
PRIMERA LINEA DEL SILENCIO)
(Diputación de Badajoz- Cultura y Publicaciones. 2003)

 

¿DÓNDE ESTÁ MI REALIDAD?

¿Dónde está mi realidad?
¿Dónde está la tuya?
¿En unas manos que tiemblan al tocarme
y resbalan música
por mis muslos abiertos?
¿En las vibraciones esclavizadas del órgano
que penetra hasta el éxtasis
con movimientos matemáticos?
¿En la sed salvaje de aniquilar lo bello? Ahora que te escribo
quiero comprender y comprenderte.
Quiero que volvamos al sillón de la penumbra.
Al rincón de las caricias que mis pechos agitan.
A tus dientes ávidos que muerden mi oreja.
A mis manos impúdicas que desnudan tu sexo
con hambre de gozarte. Ahora que te escribo,
quiero comprenderme y comprenderte. Ven pronto amor, ven,
no te demores,
que el cáliz ya lo siento rebosado. (Del libro Cuarenta días de Junio
Huerga&Fierro Editores. 2014)

 

INFANCIA EN DOLOR

A la niña bosnia de 5 años, con una pierna amputada
y a toda la infancia en dolor Voy a llorar por ti,
por tu pierna amputada,
¡tanto!
Pequeña, niña rubia de ojos azules,
porque a ti ya no te queda llanto. Voy a llorar por ti,
por el cansancio
que ya toda la vida
irá contigo
caminando,
pequeña, serena niña,
siempre lloraré por ti.
Por el dolor de tu muñón vendado;
por los ojos ciegos de este mundo;
por la sangre que mancha nuestras manos.
¡Señor!
¿Hasta cuándo, Señor?
¡Hasta cuándo!
Este cáliz derramado por la tierra
y esta frustración de madre
por la carne cabalgando.
¿Hasta cuándo, Señor?
¡Hasta cuándo!
los falos cargados con semen de muerte
preñarán la tierra
de dolor y espanto. Voy a llorar por ti,
Pequeña, niña amada,
porque tu pierna nunca crecerá contigo
ni caminarán juntos tus zapatos. Pequeña, amada niña.
Decididamente:
lloraré siempre por ti.
Decididamente:
seguiré siempre llorando. Piedad González-Castell Zoydo
(Del libro El silencio y la palabra.
Finalista del XIX Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística. Roma.1999
LINEA CUARTA DEL PENTAGRAMA PARA EL DOLOR)
(Diputación de Badajoz- Cultura y Publicaciones. 2003)

CAOS La noche está borracha de silencios,
de latidos de la sangre, y de imágenes
sin color. No estás. El silencio se bebe la fe;
la oscuridad, engulle  la miseria y sus palabras.
Cómo sofocar tanta impiedad
en la línea del deseo. Una voz, apenas un susurro, naufraga
en la razón y la maldice. No hay nada
que contarle al tiempo. Se rompe el espejo
de las manos  en la orfandad de la caricia.  Cómo saber que acallo soledades. Llega el alba, ese tránsito de la luz que perdona
el llanto de la piel, desterrada y vacía de halagos.
Se despeja la niebla en estos versos de cristal
y pronuncio tu nombre sin quebrarlo. Cómo armonizar  los gestos. Habito en este bosque del deseo, como un dios
errante y desnudo. No quiero romper las huellas
de tu cuerpo, ese perfume capaz de  arrancar
las sílabas del hastío y devolverme a la calma. Cómo unir los bordes de la tierra
con la esperanza de tenerte. Existo en ti, me conmueve tu sonrisa
sin ignorar el  dolor que vomita verdades
y escruta, sin miedo, la cara más oculta de mi ser.
Duele este habitáculo donde te contemplo. Cómo enamorar tu mirada
sin cambiar el colorde tus ojos. La tierra, invadida de absurda estupidez,
vuelve al silencio. Un punto cero con sabor a cicuta.
Dios se asoma al caos. Todo está por hacer.
Eva sonríe. Después, vendrá el verbo con sus paraísos. Cómo pedir una tregua
a los infiernos que me atan.
IMPRUDENCIAS Qué leve el alma en esta jungla de seres voraces,
al sortear los huecos del abismo, que leve.
Sometida al devenir, crece bajo la incertidumbre
de no saberse. Cuándo frenar esta prudencia inútil
que amordaza el instinto
No hay línea recta en este azar de la vida
que obliga a seguir errante. Un tránsito
donde el diálogo sabe a lluvia de otoño,
a soledad en el revés de las horas. Dónde deletrear  la intuición de los espacios
en blanco. Qué frágil el alma, qué leve su presencia,
cuando la carne reclama las vocales del verso
y las horas  levantan ídolos que controlan la risa
y la pregunta. Cuánto silencio en este paisaje
donde la vida es una dirección por definir. Cómo descubrir la emoción
en la cara oculta de las cosas.
DESEOS lLueve,  la gente corre y se agolpa en las calles
con la ceguera de quien teme un peligro. Llueve.
Los vehículos se parapetan tras los semáforos.
Una guerra de poder. El tambor del miedo suena
entre frenos y amortiguadores. Un paso de peatones
vomita gente. Hay un hambre insaciable de libertad
en los rostros anónimos que se cruzan. Llueve. El olor a café invita a entrar en los garitos abiertos
de la avenida. Un aire familiar recorre la acera.
El griterío de los niños pone un punto de color
a la mañana. Llueve. Y en medio de esta mezcla
de sonidos y sabores, siento las notas
de un compás extraño; la canción de esta estrofa
de la lluvia. Llueve. Me escapo entre las sombras de la calle,
multiplico los sueños en el chapoteo del asfalto.
Llueve. Y rompo la monotonía del silencio al mirar
este espacio que me devuelve el eco  del agua.
Llueve. No deseo  confundir el tiempo con la prisa,
ni la conciencia con el perdón, en la levedad
de estos versos que reflejan el otoño. Pierdo el sentido de la ausencia encendida en la memoria
al  traducir el lenguaje de la lluvia. Doy gracias al aire
y a las voces que me empujan a leer esta sintaxis de la calle
y sus ruidos, este emigrar de la emoción que se afirma en el poema.
Llueve, llueve tanto que el agua entra por todos los rincones
del alma. Y no hay sangre sino ideas, que vienen y van,
emulando el giro de las aves atrapadas en el viento.
INTERROGANTES Espero en medio de la duda
que el ritmo de los días no sea
un agujero por donde los sueños
escapen. Qué hacer cuando no hay mensaje
y la angustia se levanta en el centro
del alma Soporto la vida en el hilo invisible
de la espera. No hay palabras,
solo silencios que marcan la distancia
entre el infinito y las horas. Qué decir cuando el ruido de la calle
lastra el azul de los recuerdos. Puedo cerrar los ojos, pero no matar el mundo.
Hacer silencio, pero no huir disfrazando las palabras.
Por qué estos paraísos de cartón, por qué
esa gravedad de los momentos que hacen del instante
un vértice por definir..

 

I
TRASPLANTE DE MÉDULA ÓSEA
A mi querido esposo, en su lucha
a muerte para vivir la vida.
(MªJ.F.S)

Acaso el gesto triste te domina,
O manso es el dolor que te encadena;
allí donde la muerte estuvo ajena,
la médula en tu cuerpo fue la espina. ¡Fatal indignación¡, que se avecina
un trasplante de dolorosa pena:
Lugar donde revisa y se condena
a ver <<niveles de creatinina>>. Un cáncer fue la causa; y, yo creo,
que luchando a la par de la quimera,
lograrás al final... lo que en ti anida: Alcanzar la salud es tu deseo;
combatir la enfermedad, sin que muera
la gana de aferrarse a la vida.      Llanto de teléfono
anudan la distancia:
un tiempo que se enreda
con soledad de agua.
Laguna de silencio
frente a mi almohada. 
(MªJ.F.S)

 

II
MEDITACIONES
Pienso amor, que te vas; que he vivido
el declive de un soplo en agonía;
–tu vida trasplantada a otra vía– 
de perpetua oscuridad, y en el olvido.  ¿Te imaginas el dolor que sentiría...?
¿La impotencia de mi pecho dolorido,
cuando deje el hogar... enaltecido,
sembrado de cariño y armonía? Y aquí sigues esposo ¡Amor mío!
Mirándome a los ojos: Pasó el día
teñido de amargura y sin sentido. Contémplate a mi vera: ¡Se fue el frío!
–¡Pletórica está el alma de alegría!–
Llegó la primavera... ¡y no te has ido!

(Reflexión 2007)

 

III
CUANDO LLEGUEN LAS LLUVIAS

Bodas de plata. Cuando llegue la aurora al horizonte nuevo
y descubra implacable tu frenético aliento,
hallaré en el soplo de una luz decadente
el eterno dorado declive del sueño. Grabaré tu suspiro en la voz del albatros;
buscaré cicatrices en tu cuerpo guerrero;
rociaré –con cicuta– tu pecho azulado:
sentiré su fulgor llameante de fuego. Cuando flote en el aire el ardor que estimamos, 
y en el cóncavo éxtasis quedemos completos,
pasará mi quebranto en el último instante:
en el brocal de la vida colguemos los besos.  Si nos pilla la noche, en su umbral de silencio,
contemplándote –exacto– con las luces del miedo,      
me hallarán en tu tumba herida de gozo:
cuando lleguen las lluvias en un Dios de aguacero.

PRIMER MOMENTO Lo más extraño del viaje
es no saber hacia dónde se regresa. Acaso diría Walter Benjamín
que en esos lugares parece haber pasado todo
lo que aún nos espera. (de La tristeza del eco, 2008) INSTANTE Ciertos lugares conservan el paso
de los que se detienen, y deciden –al cabo –
observar lo que les rodea.
Sin más interés que el de permanecer allí
por algún tiempo.
Esos territorios en donde el instante
pretende ser perpetuo,
cercados por un bosque.
En esos lugares se aprende a decir: lo desconozco.
De ahí su condición inabarcable: siempre quedarán
sujetos a una duda.
Un espacio –un lugar – que acaba por no saberse
si existió, y logrará subsistir en la distancia.
Donde no ha ocurrido nada y sin embargo
se logra no haber sido nunca. (de Dimensión de la frontera, 2011) EL LUGAR DE LA ESCRITURA Hay algo heroico en cerrar una ventana
y echar la llave a una puerta.
Algo heroico en apagar la luz
y buscar a tientas una butaca.
Heroico es levantarse
y comenzar a caminar por la habitación,
porque se ha recordado una frase de Pascal. Hay algo heroico en querer habitar
una ausencia de luz.
En cerrar los ojos para añadir más oscuridad. Mirar hacia el interior debe ser eso.
Dar vueltas en círculos
y averiguar el alcance de las manos. Hay algo heroico en ser uno mismo
y abandonarse.
Aunque no haya nadie alrededor.
Aunque la habitación se estreche
cuando alargues los brazos.
Aunque la pared se acerque
y ya no puedas sostener su empuje. Hay algo heroico en quien no logra vivir
más allá de una habitación cerrada. (de Un lugar para nadie, 2013) Formo parte de una habitación. Todo sucede en ella. Formo parte de una habitación y soy lo que queda en cada uno de sus ángulos y rincones. Soy lo que aún permanece porque no me abandona. Nadie, en el fondo, abandona una habitación. Pertenezco a un lugar con cuatro puertas que conducen a una nueva sala. La misma, siempre. Soy una habitación a la que busco un significado. Así nos engañamos y logramos sentirnos menos solos. El miedo inventa nombres para distraerse.
Una habitación es suficiente. Para vivir otra vida. O para sumar algo más de vida a la vida. Mi mundo es un misterio de habitación cerrada. Un palacio de cristal, inmóvil y variable. Una doble puesta en escena. Un territorio vacío, porque carece de cuerpo aquel que la ocupa. Tampoco yo tengo cuerpo cuando la habito. O lo tengo y no lleno con él ningún espacio. 
Me basta con saber que existe una habitación capaz de albergar a tanta gente. A la vez. Uno a uno. Les observo por el ojo de la cerradura y dialogo con ellos en ocasiones. La habitación reproduce el silencio de quien nos habla en otra parte. Así responde la habitación, con el ruido de pasos que aún la cruzan de uno a otro extremo. Con su quietud al simular que han comenzado a vaciarla. 
No soy más que una habitación. Desconozco los motivos que me han conducido a ella. Tal vez no necesite respuesta alguna. Tal vez, me digo, tampoco yo sepa dársela. Ignoro por qué una habitación y por qué sería peor si no existiera. Una habitación que comienza a desaparecer cuando estoy dentro y escribo.
Quizás ya no quiera ser más que una habitación, invadida y solitaria.
Sin poder salir de un lugar que alguien, una vez, llamó W. (de Habitación en W, 2014)

 

 

SON LAS PRIMERAS LUCES Los animales gozan en las sombras
o huelen el peligro
o acechan
o desgarran
o van hacia las fuentes y los claros. Sólo el hombre se niega
o se demora. (De Un animal rozado por el tiempo) A VECES
lo miramos
como se miran las cosas imposibles
que duelen y que asombran en los sueños. Poco sabemos de él y sus honduras. De ese animal esquivo y solitario
que repite paciente nuestros gestos. (De Un animal rozado por el tiempo)
NO ELEGIMOS AQUELLO
que más nos pertenece. Ni el cuerpo
ni la lengua
ni el deseo
ni la muerte. (De Un animal rozado por el tiempo)

 

DE LA FUNDACIÓN DE LA CIUDAD

Fundaron la ciudad
en torno a un pozo,
a un centro,
casi a un vientre,
mas olvidaron
cómo sangra
y engendra
y se estremece. Desterraron al círculo
del círculo. Temían la espesura
y la invasión
y el fuego
el zarpazo que acecha
entre las sombras. Y temían a la diosa. Temían su poder
y su misterio. Dándola en sacrificio
conjuraron su miedo. Y alzaron sus proclamas,
erigieron sus leyes
para ordenar el mundo
a su fiel semejanza.
Su fuerza y su avidez,
como una oscura mano,
se adueñó de las cosas. Hicieron del valor
y del dominio
su sentido y su causa. E inventaron memorias
y formas
y palabras
y artes. A veces
amaron más allá de la razón.
Y más allá del miedo y de las aguas
les empujó la fiebre
o el ansia
o el deseo
de ser
de dominar
de descubrir lo ignoto
y poseerlo. Eran sueños inciertos
y tuvieron coraje. Han hollado la tierra
y desbrozado el tiempo.
Han tejido las redes
oscuras del sentido.
Con hierro y sin piedad
han escrito la historia. (De Elogio de las aguas y la piedra)

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