Bien conocida y apreciada desde tiempos remotos, el interés por la “Côte d´Azur”, el litoral mediterráneo del sudeste francés, fue incrementándose durante el tercio último del XIX y el primero del XX, hasta convertirse en referencia obligada del turismo contemporáneo. Colonias de italianos, ingleses, rusos, norteamericanos, alemanes y, por supuesto, franceses se irían asentando en sus cada vez menos rurales orillas, sobre las que fue desatándose una auténtica fiebre de la construcción. Por sus más o menos espléndidas villas, mansiones y hoteles desfilaría la flor y nata de los artistas occidentales (poetas pintores, cineastas), con sus correspondientes catervas de ayudantes, fans, paparazis, sanguijuelas o aprovechados de cualquier género. Algunos momentos de la historia especialmente críticos incrementarán la llegada de visitantes, como la Revolución rusa (1917) o el empuje del nazismo. El cálido clima, la lucidez de los cielos, la temperatura del agua, la belleza de los campos, el asombro de sus vinos y los recursos miles de una gastronomía asombrosa – todo, por entonces, a precios suaves-, junto con la tolerancia hacia costumbres mal vistas en casi todos los países (alcoholemia, drogas, promiscuidades, homosexualidad, sibaritismo) , impulsó auténticas oleadas de hombres y mujeres hacia localidades que hoy están en boca de todos, desde Montecarlo a Niza.
Es el mundo que tan vívidamente describe Giuseppe Scaraffia (Turín, 1950) en La novela de la Costa Azul, obra coral por cuyas páginas discurren, a veces de modo reiterado, un largo centenar de personalidades asentadas o visitantes en aquel privilegiado trozo del “Mare Nostrum”, especialmente los lustros transcurridos entre la I y II Guerra Mundial. Doctorado en Filosofía con una tesis sobre Diderot, Scaraffia imparte Literatura francesa en la Universidad de La Sapienza (Roma) y es autor de numerosas publicaciones, bastantes traducidas al castellano, como Los grandes placeres, que también fue publicada (2015) por Periférica. En ellas ha venido ocupándose, nos dicen sus conocedores, sobre los grandes mitos de la seducción del XIX, la figura de “la mujer fatal” y la paradoja de “lo bello tenebroso”. De todo ello hay abundancia en este libro, encarnado por personajes que han marcado la historia contemporánea y cuyas entretelas más íntimas se nos exponen sin tapujo, con asombrosa erudición.
Hasta todos los rincones de aquel “jardín incomparable que comienza en Hières y acaba en Menton”, según lo define Maupassant, uno de sus asiduos, se nos va grácilmente conduciendo según impone la cartografía. Scaraffia nos describe el paisaje y paisanaje de cada lugar, apoyándose a menudo en las propias palabras de las grandes figuras que están habitando aquellos “paraísos artificiales”, donde el opio, la morfina y el éter compiten sin limitaciones éticas con el alcohol y el sexo, de los que abusan incluso los que allí acuden para combatir la tuberculosis. La búsqueda afanosa de una inagotable “joie de vivre” se impone sobre cualquier código. Los textos asumidos aparecen entrecomillados, aunque no se dan las citas bibliográficas, sin duda para aliviar el discurso y encarecer el tono narrativo. Habilidad la del autor para convertir en literatura lo que pudo quedarse en historia de las letras.
Salvo las alusiones múltiples a Eugenia de Montijo, María Casares y Picasso; alguna ocasional a Dalí (vía Gala-Paul Éluard) y el tremendo capítulo dedicado a las relaciones incestuosas Joaquín/ Anaïs Nin, sólo encuentro una a otro español, García Morente, cuyas Lecciones preliminares de filosofía figuraban siempre en el equipaje del polaco W. Gombrowicz (junto con libros de Heidegger y Sartre).
En este fascinante manojo de historias personales, tantas de ellas desgarradoras, me han resultado especialmente atractivas las de J. Cocteau, S. Maugham, Stefan Zweig, Rimbaud, Malraux, Gide, Simenon, Scott Fitzgerald y F. Sagan. Pero aseguro que no son menos apasionantes otros muchos apuntes. Baste recordar lo que escribe Jean Lorrain a principios del XX, un retrato que bien podría subrayarse lustros después: «Todos los chalados del mundo se dan cita aquí. Vienen de Rusia, de América, del África austral. Menudo ramillete de príncipes y princesas, marqueses y duques, verdaderos o falsos. Reyes con hambre y exreinas sin un duro. Los matrimonios prohibidos, las examantes de los emperadores, todo el catálogo disponible de exfavoritas, de crupieres casados con millonarias americanas. Todos, todos están aquí».
Y al alcance de nuestra imaginación, merced a la formidable pluma de Scaraffia. Giuseppe Scaraffia, La novela de la Costa Azul. Cáceres, Periférica, 2019